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7. Las llamas del viejo Azul (Nota)



Era un día, soleado el payaso caminaba , con su furia oculta en su corazón, el viejo azul se acerco a saludarle, pero su sonrisa fingida lo alejo en un forma brusca, el viejo azul nunca lo había visto así, estaba su sonrisa fingida, no había manera de ocultar su enojo todos en aquel día lo notaron, pero nadie se atrevió a preguntar.


Porque la felicidad se había ido de aquel rostro? - Todos se cuestionaban lo mismo por qué aquel rostro sonriente había dejado la risa atrás? la respuesta solo la conocía aquel hombre disfrazado, pues siempre la felicidad que el publico veía era falsa, era una felicidad que no estaba en su corazón, su rostro la mostraba pero detrás de aquel rostro siempre existió algo que le hacia falta, todos los días le reclamaba a la vida de porque le había arrebatado el amor de porque su Dulcinea nunca todo a su puerta o aquella Julieta nunca lo conoció antes de morir.



Con el pasar de los años su risa fingida se reventó, su rostro no podía ocultar mas la tristeza por la ausencia del amor, aquel payaso cambio para mal desde el principio, siempre se centro en reclamarle a la vida por aquel amor que nunca llego, pero jamás se detuvo en un momento a amar a quien mas importaba en el mundo, o jamás se sentó a escuchar al sabio consejero que siempre le gritaba en las mañanas que no importaba que estuviera solo; pero que si el amor no llegaba era porque en realidad solo había un culpable y era el. El se centro en reclamar mas de porque no llegaba , pero nunca escucho al sabio viejo azul, ahora todos sus sentimientos se explotaron como era de esperarse. Nadie en el pueblo lo veía como era su verdadera esencia, el era el tabú el hombre diferente pues nunca permitió ver su verdadero rostro; ese rostro que necesitaba ayuda ese rostro que detrás del maquillaje imploraba eliminar esta soledad.



Los días pasaron como pasaron las lágrimas en aquel rostro sin maquillaje, el viejo azul, lo busco en aquella casa alejada del pueblo que inspiraba miedo, por ser tan oscura. Cuando golpeo la puerta  esta se abrió y encontró aquel hombre que para muchos era feliz en un completo desastre, lleno de llanto y desesperanza; el viejo se sentó y le recordó todas las veces que le intentó acercase a el para explicarle que el ser que mas debía amar en el mundo debía ser el mismo, que si no hay amor en nuestro corazón jamás podremos encontrarlo. 


El silencio llego las lágrimas cesaron, la respiración se fué como las palabras del viejo, aquel hombre nunca comprendió las palabras que este le gritaba y en la visita del viejo decidió partir ofendido por no escuchar, por no alimentar su amor propio; 40 años pasaron y nunca dejo de reclamarle a la vida la ausencia de compañía.

La muerte se lo llevo pensó el viejo asustado y con el remordimiento de haber dejado perder un alma, sacó un cerillo e incendió aquel oscuro lugar. 


Ahora esta historia el viejo la repite con respeto, recordandole a cada uno de los que le reclaman la vida compañía; que antes de buscar el amor, este debe estar inmerso en todo nuestro ser para poder amar a alguien más.





@Fernandomoncar         2013

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