El
mago se había alejado del sabio dragón, dejo de contarle sus penas y alegrías;
el señor como el mago llamaba al dragón; nunca se olvidó de el de su manera de pensar y ver la vida, su
camino solo estuvo distanciado como cuando se conoce un juguete nuevo y se
muestra el desinterés por los viejos; el señor solo espero con calma a que
aquel mago aprendiera y experimentara la lección del olvido, una fantasía había
invadido su camino y cayo presa de aquel juego que los humanos solemos tomar un
camino fácil que llena el corazón de los hombres de una ilusión falsa, una ilusión
que alimenta los miedos y solo muestra las debilidades del ser y muchos se aprovechan
de ellas para encerrarnos en un mundo en el cual nos convertimos en prisioneros
y presas de nuestros mejores deseos y nos olvidamos de lo que en realidad vale
la pena y de lo que nos rodea.
Aquel
hombre llego llorando a la cueva del dragón suplicándole perdón por haberle
olvidado, por haberse dejado tentar por la fantasiosa ansiedad del amor que
nunca llego a su puerta, porque nunca se reconcilio consigo mismo o porque no
fue capaz de hacer las paces con su soledad, el señor solo lo escuchaba y le permitía
que gritara todo lo que sentía, pues sabia el dolor que estaba sintiendo aquel
hombre en aquel momento, fue traicionado una vez más por no saber escoger la
persona correcta…
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