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31 de Octubre 2016

Que cada uno de nosotros recibimos lo que merecemos es una posible realidad en mi vida, no me considero una persona perfecta; pero tampoco me considero el peor error de la creación, en el mundo he visto cada uno de los espejos que la vida me pone en el camino, un camino que ha sido lleno de luz pero que también me ha mostrado la tormenta, los días de luz me han servido para hacerme fuerte y poder resistir esas tormentas que llegan para opacar para quitar hasta las ganas de levantarme o las ganas de seguir luchando… Pero ¿Quién no ha sentido perder la batalla antes de lucharla? Creo que muchos de nosotros lo hemos vivido en nuestras experiencias de vida, que tal vez nos olvidamos de lo fuertes que podamos ser y muchas veces nos llenamos de miedo ese miedo que nos hace creer perder la batalla antes de lucharla, ese miedo que nos opaca y que alimenta la fuerza de las tormentas de incertidumbre y que nos hace hasta llorar, perder la fe o simplemente nos hace ya vernos perdedores sin ni siquiera intentarlo.


Esta es la reflexión de lo que llega a mi mente un día como hoy, pero más que una reflexión es una invitación a todos aquellos que nos sentimos perdedores sin luchar, que pasaría si dejamos el miedo que nos sembraron y lo dejamos atrás de nuestras vidas y lo cambiamos por el valor de aceptar que somos más fuertes de lo que pensamos ser, quizás nos subestimamos pensando que dejar atrás muchas de las cosas que tenemos en el presente son nuestra perdición, que la vida dejara de tener sentido si nos desapegamos de aquello que nos rodea que la vida perdería ese sentido y esa magia que creemos tener en el presente; pero que en realidad no es más que una ilusión que creemos tener todo pero en realidad no tenemos nada. Lo he vivido en carne propia muchas veces la duda me ha corrompido la estabilidad de perder todo lo que vivo y tengo es cruel lo que he sentido que llegado a pensar que si pierdo lo que tengo me llevara a la infelicidad, pero con el pasar del tiempo he llegado a la conclusión que perder lo que nos rodea nos libera y que después de muchas dudas, lágrimas y cuestionamientos puedo dar fe que fue lo mejor que pudo haberme pasado liberarme de lo que me ataba me ha enseñado a ir más liviano más sabio y más consiente.



No puedo negar que a veces recaigo en la falsa idea de felicidad y caigo en el miedo todo ha sido un proceso, pero solo con sacudirme por uno o dos días de ideas que no me aportan vuelvo a sobrevivir a alimentar mi libertad mi ánimo y lo más importante mi fe una fe que no es fanática es una fe pura y sensata pues no es infundada por nadie sino solo está sembrada y programada en el fondo de mi esencia que esta pura e imperfecta dentro de mí pero que es el motor que me carga un motor lento  que tarda en inundarme de esa fe energética pero que ese motor tarda solo porque no hay inyección de mi parte pero que al fin y al cabo es tan completo que trabajando  medias es capaz de lograr algo positivo en mi pensamiento inestable y ruidoso, loco, enfermo pero mio tan mio como estas palabras pero tan fuerte que es capaz de definir lo que soy un humano que está en formación y que cae y se levanta para seguir en busca de lo que llamamos vida plena.

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